Se me agolpan las portadas, la dedicatoria del autor, las equis que marcan párrafos y mis subrayados con rectas curvas. ¿Me quedaré sin montones? ¿Qué guardaré con celo?
Que no quiero dejar de leer en papel lo siento con la misma intensidad con la que me empecino en escribir. Y ya me ven, si me leen, que escribo aquí. ¿Por qué no habré de ir a leer, a morir, allí?