miércoles, 29 de septiembre de 2010

Claro que ASÍ, NO

Para quien protesta tarde y sin ganas, para quien no previno cuando tocaba, para quien calienta el banquillo de las elecciones. Para ninguno de esos yo hago una huelga. Yo quisiera protestar trabajando.

lunes, 27 de septiembre de 2010

La paciencia

Quisiera soltarla y no perderla, pero cuando abro las manos, la cuerda se desboca.

domingo, 26 de septiembre de 2010

lunes, 20 de septiembre de 2010

Dioses menores

Tu nombre como una jaculatoria. Repetido, a destiempo, olvidado, porque sí y ¿por qué no? Con intensidad, capricho o conciencia.

¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

Me diluyo en los hobbies. Te preguntan y empiezan los grandes grupos donde nos hacinamos. Nos volvemos a encontrar todos detrás de carteles como "cine", "libros" o "deporte". Lo único que saco en claro es que éramos más diferentes antes de conocernos.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Vía postal

Estamos escribiendo una sola carta, sin interrupción. Y discuto y debato si al final de todo habrá alguien esperando para leerla. Si habrá dos cajas, donde se clasificarán. O seremos cartas sin lector.

viernes, 17 de septiembre de 2010

jueves, 16 de septiembre de 2010

Nana de la cebolla

No quieres llorar la pena, pero la pena se llora. Estás ahí, rezagada, en la esquina, apretando los puños. No tenías razón, por eso, tírate al suelo y llora la pena.

Te dirán que no se llora, y si se hace, que entonces nunca más dejarás de llorar. Ni caso. Llora la pena. ¡Qué miedo tan atroz a la lágrima! Pero si es pena... Y se llora.

¿Sabes lo que vendrá luego? ¿La locura? ¿La tristeza? ¡Pero si sólo es pena! ¡Y se llora! Después, después, después y durante, vendrá la vida, que a veces es pena, pero se llora, y entonces y antes, en el fondo, te sujeta la alegría.

Afirmación

El sol es el que saca las flores.

Asuntos sin resolver

Hay conversaciones que nunca llegan. Así se comprende que también el silencio se recuerda, con sus puntos y comas imaginarios.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

El arte de

Hay guerras que no son guerras, tonterías que nos desvelan. Aunque el día transcurra sereno, algunas noches se sublevan y andas más de lo que quisieras.

Es por eso que digo que hay guerras que no son guerras, pero lo parecen. Incluso hay quienes te acompañan y en filas bates la zona, liberándola de enemigos. Después, y a duras penas, te deslizas sobre tu saco y duermes la batalla.

Hay guerras, que sí, que las hay, que dirías que lo son, pero no lo son. No, no, casi nunca son guerras. Si lo fueran no podría ponerme a escribir sobre ellas, estaría librándolas. Exagero hablando de guerras que no sé si son pero a veces me lo parecen.

No quiero ni mentar la palabra batalla, aunque no sea exactamente una guerra. Porque sin ser guerra, estoy luchando con el valor que se le presupone a una.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Cafeína

Apenas dos tacitas de café y la noche se me está pasando. Los ojos, secos, no se cierran y no logro crear ningún bostezo. Es una madrugada sencilla, sin filo de navaja ni luna llena. A estas horas no pongo a Dios por testigo ni escribo versos malos. Sólo son esas dos malditas tazas de café y las teclas como piedras donde me siento a esperar. Contraataco, eso sí y siempre, con tres bolsitas de tila, tila mala que apenas colorea el agua. Pero son tres contra dos. Y me toca a mí hacer sonar el silbato para que comience el partido.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Cenicienta

"No lo conozco. ¿Me hablarías de él?", le preguntó. El viejo, que no lo era tanto, descansó los brazos y se mecía ayudándose de las puntas de los pies. Ella lo acompañaba en ese movimiento, cada vez más adormilada. "¿Eh?, me dices, ¿vale?", dijo, concentrando toda su atención en la última frase antes de caer rendida. Él no quería adelantarle nada y se recriminó el resto de su vida haberle hablado de un príncipe. Ya no podía dormirla en su regazo y ella había salido esa noche a buscarlo. Decidió esperarla despierto, por si no lo encontraba o volvía más tarde de medianoche.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Último intento

Abandonó la habitación y recogió su chaqueta del salón. Bajó a pie los seis pisos de techo alto. Cuando iba por el segundo, mientras intentaba zafarse de los gritos que hacía segundos había escuchado, acertó a meter el brazo en la manga izquierda. Al salir a la calle, ordenó la chaqueta sobre sus hombros y relinchó. Calculó en su mente la ruta más cercana y anduvo nervioso hasta que entró en la farmacia. Tenía claro que esta era la última oportunidad:
- "Lágrimas artificiales, por favor".