A veces descienden las aguas y tocan una pena que golpea en mí como dos campanas. Así como estoy, en la misma torre, todo es de una vibración insoportable. Van de lado a lado mi alma y mi eco, a una voz y al aire. La cuerda que me sacude, me anuncia, para luego quedar suelta, desordenada sobre sí misma, celebrando la tristeza.