Quisiera escribir alguna alegría. Tengo muchas. Sin embargo, casi siempre llego al blog con una voz afectadísima. Lo achaco a la falta de constancia. Venir sólo cuando apetece obliga a que el talento -hijo del trabajo- brille por su ausencia. Decido seguir autocrítica: aparezco, dejo alguna puntada sobre escritura o poesía, y hasta la próxima. No sé cuántos pasáis por este sencillo día, pero os doy las gracias. A veces la alegría es compartida y cosa vuestra.