Nada tendría sentido si la casa no esperara a nuestra espalda. Quieta. Cualquier aventura tiene esa razón para el esfuerzo. Volver a donde hay una esperanza de reposo y un vaso de agua. Y contar la historia del mundo. Repetir una y otra vez la infancia, la juventud, y que las canas ofrezcan su oído. La casa hoy es una promesa. He pronunciado esa palabra y el guerrero ha vuelto a conmoverse.