sábado, 15 de marzo de 2008
Comandante
Un aura insegura, apuntalada con amigos influyentes y una trayectoria que le guarda las espaldas. Sonríe y por un instante parece inocente, cercano y próximo a lo mundano. Pero se cruza y no saluda, oh, dios de nuevo. La concepceión de si mismo como divino le devuelve rapidamente a su humana miseria. El endiosado es pequeño y mezquino. Saluda a un lado y a otro, con numerosos abrazos de fuertes palmadas en los hombros. Vuelve la sonrisa cálida, rastro de amor. Pero él ya es mayor, el tiempo debiera haberle disminuido la ignorancia, en beneficio de la misericordia y el aplomo de saber uno quien es. Sin embargo, cuando esto no ocurre, la imagen de Zeus es desoladora.
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