Escucho las gotas desde la cama. Primero ordenadas. Luego se interrumpen unas a otras. Suenan fuertes, enfadadas, como si acentuaran palabras. Parece que lluevan un discurso que amenaza con detenerse. Saben que las oigo, y a ratos juegan a engañarme. Silencio. Y vuelven a llover sobre sí mismas.
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