lunes, 12 de agosto de 2013

Mi ruido

No hay nadie abajo. La ventana está abierta y la persiana subida. Ningún borracho grita y tampoco palmean flamenco desde la calle de al lado. La noche promete sueño; pero no hay, de eso no queda. Los ojos no tienen. Y así, sin mi ruido, a ver quién duerme. 

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