miércoles, 26 de noviembre de 2008

Las segundas partes siempre fueron inevitables

Llevo noches -insomnio- dándole vueltas a volver. Retomar el principio, ahora que todo vuelve a empezar. Abro esto a oscuras, de noche, como si estuviera entrando a robar en mi propia casa. Es un volver a regañadientes, porque me puede la vanidad y la necesidad de expresión. Yo no tengo libertad todavía. "Habría que pensar qué quiero hacer con este local que me he comprado", me digo mí misma. Pintar, decorar, redefinir,... Pues nada de eso.
Abramos la puerta, pues, a ver quién entra y me dice quién soy.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mmmm... Vanidad no. Necesidad de expresión, absolutamente.

Yo entro, por ejemplo. Como venía haciendo hasta ahora. De puntillas, así, ya sabes, para no hacer ruido.

También sé quién eres. Y tú lo sabes. No tenemos que decírtelo. Pero nos puedes contratar para la remodelación de tu casa. Aunque a mí me gusta como está y como ha estado. Lo importante es que los visitantes nos encontramos a gusto aquí.

Enhorabuena por la vuelta. Y gracias :)

zumocolado dijo...

Juas, como no te digas a ti misma quién eres, mal lo llevas :P O tus personajes, o tus historias, ha de hablar algo tuyo. No quien venga de fuera :P

Pero rebienvenida, ¿eh? ;)

Corina Dávalos dijo...

bienvenida de nuevo!!!!

Anónimo dijo...

Todos los escritores tienen un punto de vanidad, de pensar que merecen ser leidos, pero no olvides que quienes decidimos somos nosotros; los lectores.

"Conócete a ti mismo".

Y el octavo día descanso...(es que tenia ganas de ponerlo y no sabía muy bien donde "meterlo").