Quizá se fume para equivocarse. El ser humano entabla una hipnótica relación con todo aquello que posee humo: el café, el fuego, el cigarro,... Con el calor, con todo aquello que se consume. Para lo eterno siempre habrá tiempo. Uno puede permitirse estar solo con la compañía de un cigarro.
Quizá se fume porque tienes miedo a algo. Podría ser una necesidad encubierta de hacerse daño a uno mismo, para consumir la persona que está dentro de ti. Siempre hay un mismo cigarro pero distintas personas.
Quizá un cigarro no deja de ser una antorcha, una vela que enciendes durante cinco minutos para pedir ayuda. Una cerilla con la que encender una pena, la melancolía o revivir esa tarta de cumpleaños.
2 comentarios:
Es cierto que el tabaco es un vicio. El 80$ de los cigarrillos que fumo al dia los podría evitar con fuerza de voluntad, orque, además, ni me doy cuenta de que me los estoy fumando. Pasan sin pena ni gloria (excepto porque me dejan los pulmones un poco más negros). Pero hay cigarros que fumo porque me hacen falta. Cuando me siento a escribir una carta difícil necesito tener un cigarro encendido en la mano izquierda. Y cuando me atranco darle una calada. Después de llorar amargamente también me hace falta un pitillo. O cuando tengo que hablar con alguien de algo que me cuesta decir.
En definitiva, en los momentos difíciles, en los malos tragos, necesito tener mi cajetilla de tabaco a mano.
Es una adicción, y como tal, es mala. Me gustaría dejarla algún día, pero por ahora no quiero.
Para tener algo de Rita Hayworth, de Audrey Hepburn, de Ava Gardner...
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