Se acabó marzo y nadie dijo nada. Ni siquiera el más triste, que esperaba alguna que otra sonrisa que no llovió. Los paganos recibimos el mes con pandereta y lo despedimos debajo de la cama, como una pelusa. Y dentro de los días tontos, aturdimiento y olvido. Iba a ser el mes y no ha sido. Suerte que a nadie le importe.
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