lunes, 7 de enero de 2008
Botas de agua
Eugenia está cansada. Un día se sienta con Andrés, a decirle que no se qué no va bien, pero ella se siente feliz. Ángela es su segundo café, la tarde está fría y Eugenia mira al fondo de todo, atraviesa los muros y la piel de las personas. Ángela le habla y ella le sonríe, porque no la escucha. Esta vez es Carmen. La cafetería está como un autobús en un día de lluvia. Logran rescatar dos sillas incómodas. Eugenia la escucha y piensa en Antonio, cuánto le apetecería hablar con él, y asiente a lo que dice Carmen. Le han traído la cuenta en un platito donde se refleja su tez blanca y su boca seria. Ultimamente siempre invita para borrar la culpabilidad de que nadie le es suficiente. Eugenia quisiera unas botas de agua, para dejar de una maldita vez de sentir frío en los pies, de mojárselos cada vez que llueve.
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2 comentarios:
Muy grande, Anita. De diez. (Feliz año).
Gracias Marta. La verdad no sé si te conozco, vamos, que intuyo quien eres, pero como tu dirección de blog es distinta... Sácame de dudas. bsts!
Ah, feliz año también para ti.
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