Es un horno a la vieja usanza, con el pan, las empanadillas y demás artesanías amontonadas. Cruzo el umbral en el momento en el que la dueña atiende a un cura que le pide una lata de atún y un trozo de pan. "Y si puede me lo mezcla", añade.
La señora se mete en la trastienda y del fondo de la estantería saca una lata. Luego rebusca entre el montón de barras de pan y encuentra un panecillo. Lo abre y después de desordenar el atún, lo vuelca en el interior del bocadillo.
-"Pues ya está", dice la hornera.
-"Es una obra de arte", contesta el cura. A lo que ella replica:
-"Hay que hacer lo que se quiere, no lo que se puede".
El párroco sonríe y le pregunta:
- "Dime cuánto es la lata y el panecillo, porque lo otro no tiene precio".
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