Acabo de echarle el mismo vistazo que ayer y antes de ayer. Desde hace unas semanas, la lámpara está sobre la mesita de noche, apagada. El nuevo cuarto, con interruptor de la luz al lado de la cama, ha desplazado a la bombilla pequeña, arrinconada detrás del despertador.
Lo que no sabe es que ni el cuarto, ni los libros son igual desde que no la enciendo. Su tenuidad es una antesala que echo de menos.
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