sábado, 12 de julio de 2014

La vértebra rota

He descubierto a Ramón de Campoamor por una vértebra. Casi lo paso de largo si no llega a darse una fractura. Desde la cama del hospital me ha recitado sus primeros versos, de memoria, entonados. Y se ha cumplido lo que describe Campoamor: "Los versos se agarran a la memoria de las gentes como los recuerdos de las personas queridas, y sean aquellos tristes o alegres son siempre inolvidables, como los sonidos de las campanas de nuestra aldea".

Dice Jaime Dubon que este poeta fue un despertador de espíritus dormidos, un educador del entendimiento. Y lo consiguió con esto:
- Infatigable fecundidad de su numen.
- Ternura singularísima de su alma.
- Maravilloso talento de observador.
- Estudio de los hechos y las personas.
- Feliz conjunción de un fondo profundo y repleto de ideas.
- Forma risueña, dudosa y burlona.

Dubon deja entrever que la gran desgracia de Campoamor fue su falta de desgracia. Ser un burgués, vaya. Estar felizmente casado, vaya. No ser atormentado y ser poeta, vaya. "Yo no me expreso, me vacío", dijo. "El desertor de todos los ejércitos".

La próxima vez que escriba sobre Ramón de Camponamor quiero hablar del amor en su poesía. Sobre el que escribe y ofrece todas las miradas: la joven e impetuosa; la vieja y sabia; la religiosa; y la de la norma. Todas ellas entremezcladas con gracia, burla y llaneza.

Después de Campoamor, en ese día de hospital, también conocí un poema de José María Gabriel y Galán: El embargo, que mi madre recitó con veneración:


Señol jues, pasi usté más alanti
    y que entrin tos esos,
    no le dé a usté ansia
    no le dé a usté mieo...
Si venís antiayel a afligila
sos tumbo a la puerta. ¡Pero ya s'ha muerto!
¡Embargal, embargal los avíos,
    que aquí no hay dinero:
lo he gastao en comías pa ella
y en boticas que no le sirvieron;
    y eso que me quea,
porque no me dio tiempo a vendello,
    ya me está sobrando,
    ya me está gediendo!
Embargal esi sacho de pico,
y esas jocis clavás en el techo,
    y esa segureja
    y ese cacho e liendro...
¡Jerramientas, que no quedi una!
    ¿Ya pa qué las quiero?
Si tuviá que ganalo pa ella,
¡cualisquiá me quitaba a mí eso!
Pero ya no quio vel esi sacho,
ni esas jocis clavás en el techo,
    ni esa segureja
    ni ese cacho e liendro...
¡Pero a vel, señol jues: cuidaíto
    si alguno de ésos
es osao de tocali a esa cama
    ondi ella s'ha muerto:
la camita ondi yo la he querío
cuando dambos estábamos güenos;
la camita ondi yo la he cuidiau,
la camita ondi estuvo su cuerpo
    cuatro mesis vivo
    y una nochi muerto!
¡Señol jues: que nenguno sea osao
de tocali a esa cama ni un pelo,
    porque aquí lo jinco
    delanti usté mesmo!
    Lleváisoslo todu,
    todu, menus eso,
    que esas mantas tienin
    suol de su cuerpo...
¡y me güelin, me güelin a ella
    ca ves que las güelo!...


2 comentarios:

Cornelio Cornejín dijo...

si quieres saber algo más sobre Ramón de Campoamor, aquí tienes este diálogo que compuse y que lo tiene como protagonista:

http://www.monografias.com/trabajos-pdf4/cita-ciegas-charla-campoamor/cita-ciegas-charla-campoamor.pdf

Ana dijo...

Muchas gracias por la sugerencia.