Hay veladas con amigos -nocturnidad, copas y alegría- en donde una habla como si estuviera concediendo una entrevista. Y es al día siguiente cuando surgen entre la niebla relámpagos de conversaciones. Vienen sin misericordia bocadillos de frases lapidarias y enunciados grandilocuentes. Gracias a Dios que la noche tuvo grandes invitados. Sólo hubo algo que no he conseguido recordar: dónde me dejé los matices.
2 comentarios:
Casi me parece estar allí escuchándote entre las risas.
Me encanta como lo d/escribes .
Saludos , estaba la puerta abierta !!
jeje, noches de arreglar el mundo.
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