Es propio del hombre vivir sin respuestas. Queda el camino de la tierra de las buenas intenciones y algunas inteligencias aproximadas. El esqueleto del árbol, la fiesta de las hojas verdes, las diez de la mañana del sábado y el sol encima de una cerveza. Me rio de todas las preguntas que he pronunciado. He debido sonar como el silbido de un periquito en la jaula, tan insistente. He pensado que podía abrir el día con un signo de interrogación y esperar explicaciones. ¿Qué será lo que quería saber? ¿Por qué he creído que cantaba?
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