Carmen ya no tenía en la piel rasgo bueno. Granos surgidos de manos inquietas y maniáticas mudaban aquel rostro, que desde hace unos años convivía cada mes con un peinado diferente. Todos los colores desfilaron por esa hierba reseca que los tintes habían abonado. A los dientes se les había unido los quince años que llevaba fumando, además de algún que otro café, más de cuatro diarios. El síntoma más claro era su optimismo desenfrenado, ese "aquí no pasa nada". Siguió su vida como muchas otras, sin grandes dramas, pero tampoco atisbo de felicidad plena. Vete a saber desde cuándo ocurría esto. Florentina, la típica vecina y además portera de edificio, esa a la que cada uno le ponemos una cara, alguna vez había musitado algo que Carmen le dejo caer:
- "Un fracaso amoroso puede llegar a trastornar a una persona".
1 comentario:
"Un fracaso amoroso puede llegar a trastornar a una persona".
Cierto, pero solo a una persona que no tenga la vista puesta mas allá que ella misma. Que tenga una visión muy reducida de lo que es la vida.
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