martes, 13 de mayo de 2008

Tiempo

Mientras ella sollozaba en el suelo, se acercó silenciosamente su padre. Él le aclaró que si no dejaba de llorar no era capaz de entenderla. Pero el llanto era profundo, la calma no podía abrirse paso. Tiempo, pensó entonces él. Y se fue.

1 comentario:

Anónimo dijo...

joder que triste. El llanto profundo hace que a uno le tiemblen las entrañas.