Echo de menos las cartas. La quietud de escribir, la urgencia de esperar. El trazo, el folio, la fecha, firmar, sellar, buscar el buzón, enviar, romper el sobre, descifrar, releer, guardar. Esa letra que, si lloraba, podía borrar.
Esa letra que, además de transmitir un mensaje, permite adivinar de quien la escribe algo más que lo que literalmente dice. Algo que ni Times New Roman ni Arial ni ningún teclado que se precie lograrán suplir jamás.
3 comentarios:
Esa letra que, además de transmitir un mensaje, permite adivinar de quien la escribe algo más que lo que literalmente dice. Algo que ni Times New Roman ni Arial ni ningún teclado que se precie lograrán suplir jamás.
Adoro las cartas. Y no dejo de escribirlas.
Yo sí he dejado de escribirlas. Las rescato a veces sólo en forma de postal de Navidad. Muy mal.
Y guardar la carta con ese cariño con el que nunca guardaremos un email
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