lunes, 22 de diciembre de 2014

Piedras

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma familia.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Tormenta

Los truenos retumban en el patio interior del edificio. Estoy lejos de la ventana y me entero de la lluvia por los cristales que reciben, a su vejez, las gotas de otros lados. Está la estufa con su butano, la habitacion con su lámpara, el libro con su lectora y, de fondo, la televisión con la película que nadie mira.

sábado, 13 de diciembre de 2014

El contrapeso

La frivolidad pide una cueva profunda, desde donde salir a buscar lo que no se necesita. Y si no existiera ese pozo claroscuro, una no mecería la nada.

(Y vino todo esto viendo la reaparición de Isabel Presley ante los medios y lo extraño que será para ella volver a casa sin la sombra intelectual de Boyer).

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Puerta 8

El frío del tuétano
repta desde el techo
alto de la casa
vieja y crujiente.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Sí o no

El ego -tan margarita- hace de todas las posibles una pregunta: ¿me quiere o no me quiere?

El amor -tan roble- sólo tiene una duda: ¿le quiero bien o no le quiero?

viernes, 28 de noviembre de 2014

El negocio vital

La vida se deja interrumpir las veces que haga falta. Mientras, nosotros quisiéramos vivir en una reunión eterna. 

miércoles, 1 de octubre de 2014

La nostagia: ida y vuelta

La nostalgia disfruta de los pellizcos. Mientras voy en el coche o con el repentino olor de los algarrobos llega un suspiro: sí, eso lo he vivido. Un viaje de ida y vuelta donde no es posible llevar equipaje. Vas volando y vuelves a rastras.

jueves, 11 de septiembre de 2014

miércoles, 3 de septiembre de 2014

En medio de un día nublado

Ahora que el sol se desploma por la ventana me asomo a despedirlo. Y me recibe esa brisa fresca que no trae hojas pero que las marea y anuncia los remolinos marrones, ocres y amarilllos. Estoy en el balcón y a nadie despido. Guiña el ojo el otoño, me quita un mechón que andaba suelto y lo arrastra para luego rizarlo. Celebro con disimulo ese enfado de septiembre. Me sorprende esta alegría en medio de un día nublado.

Los días malos

En el primer bar que encuentre, en cualquier barra y sentada sobre ese taburete cojo, diría:
- Ponme otra biografía. 

(Algunos, los más educados, echarán en falta un por favor. Añádase al gusto).

(Otros, más exquisitos, pensarán: "Mira a ver dónde lo pides. Que tengan buena carta". Es un mal día, no os pongáis pejigueros).

(¿Y la caña? No perdonáis una). 

jueves, 28 de agosto de 2014

Exageraciones

Pongo, a veces, la desgracia en el otro lado del borde por donde me insinuo. El camino con exageraciones es más cómico. Y ando entre la voluntad tozuda y esa nada tan humana. Conformo una viñeta de enredo personal que logra obviar el cansancio mio y de mí. El vértigo del día a día me lleva por esos lares. Y tengo un momento, de vez en cuando, ahora mismo por ejemplo, que juraría que cuando duermo soy la mujer más feliz de mi cuento. 

lunes, 25 de agosto de 2014

domingo, 24 de agosto de 2014

Noche de estrellas

La noche ha sido de estrellas. Tirados en el suelo, intentando explicar planetas, constelaciones y dudas varias. Mi sobrino, de 6 años, ha tenido las inquietudes más bonitas:

Primero ha buscado la estrella de los Reyes Magos. Ha decidido que era la más grande y brillante. Mientras yo seguía explicando cosas a sus hermanas, él se ha dedicado a lanzarle besos, sin parar, discretamente, pero a dos manos.

Luego han salido los planetas. Que si hay agujeros profundos, que si son grandes, que si se guardarían una estrella. Y él sólo ha disparado una: ha preguntado si en otros planetas nos ve Dios.

Antes de todo esto, a la salida del restaurante le ha preguntado a su padre si tenía toda la equipación del Valencia. Tras la respuesta afirmativa, éste ha aprovechado para decirle que este año tendrá que esforzarse mucho en el colegio. "¿Para tener dinero?", ha preguntado el niño. Yo horrorizada he intervenido: "Para saber más". Pero el tema lo ha zanjado muy bien su padre: "Para ser feliz". "Ya estoy feliz", ha concluido. 

En el paseo, de vuelta a casa, me ha advertido que las madres casi nunca lloran. 

Noche de estrellas, vaya.




martes, 19 de agosto de 2014

Que me perdonen las estanterías

A veces me canso de leer. Y pienso si deberé escribir esto, pero peor que pensarlo es cansarse de leer, así que aquí sigo. Cuando encuentro algo que me interesa mucho enseguida me pregunto qué he estado haciendo el resto del tiempo. Y me imagino más joven ya con esa curiosidad metida entre pecho y espalda. Cultivando lo que hoy no es más que el chasquido de un mechero. 

Cambia el día y abro un libro que ya he empezado, con trozos subrayados. Pero no recuerdo haberlo leído, aunque me vuelvan a gustar esas mismas frases. ¿Qué pasa con esta cabeza? Encima de cansada -lease el párrafo anterior- no tiene memoria de elefante. 

Salto al vacío con las páginas que me gustan. Sé -que ya nos conocemos- que no volveré sobre ellas con mesura, ni a propósito de nada. ¡Qué más quisiera que citarlas! Me concentro y las paso, y veo el precipicio. ¿Ya las he olvidado? No. ¿Y ahora? No. Pero me iré con el ala de una mosca. 

Que me perdonen las estanterías. Hubiera querido empezar antes y no olvidar nada. 

La cafetera

La cafetera se ha enfadado como un gato. Y no es para menos:
1. La he puesto al fuego de noche, siendo ella alondra.
2. Pasada sólo por agua, humillada, ha tenido que soltar los restos de café que me escondía.
3. Ya hirviendo, la maldita ha echado chispas mientras el fuego amigo se ha envalentonado. 

La cosa ha quedado en tablas: la cafetera ya limpia; y yo avisada. 

martes, 12 de agosto de 2014

Balcones de peces

Tiro el sedal desde el balcón a la noche de mi barrio. Pican conversaciones que jalan mi interés con sus gritos. Proceden los peces a su baño catártico de dimes y diretes, mientras mi corazón tiene el semáforo en ámbar: policía sí, policía no. Aquí, en las noches de pesca, nunca llega la sangre al río. Asisto tan sólo a la subida de la marea, bien sea por la copa o por la luna -que no veas las que me lía cuando está llena. 

sábado, 9 de agosto de 2014

Memorias

Hay dos memorias: la útil, que guarda citas de libros, datos de historia y capitales de países. Luego está la absurda, que almacena murmullos, siseos y miserias de televisión. Adivinen cuál me ha tocado. 

Prestaciones

Alguien, en algún momento, sin darse cuenta -cualquiera- se ha llevado algo que no era suyo. 

viernes, 8 de agosto de 2014

Camarero

El camarero retira el plato y se lleva consigo trozos de conversación.

viernes, 1 de agosto de 2014

sábado, 26 de julio de 2014

Santa Ana

Me gusta tanto mi santo que sólo necesito despertarme para celebrarlo. Y el resto del día, por añadidura -oh, mi palabra-, se van sumando las felicitaciones más insospechadas. Al santo de una llegan desde todas partes, porque son días compartidos y lugares comunes. De tanto avisar, ya tengo a los cercanos concienciados de que es un día grande -y ejercen en consecuencia. Y en lo que va de día -en un artículo leído, un tweet recibido, una persona conocida, un mail felicitando- sólo he visto que regalos. Y tan agradecida que me voy a celebrarlo.

martes, 22 de julio de 2014

Los tímidos...

Interrumpen.
Tropiezan.
Nunca terminar de sonreir.
Se van.
              Lejos.
                            Muy lejos.
Exageran (sin exceso).

Extravío de la derrota

No sé dónde se ha quedado. Recuerdo que no hace mucho perdí. Y ahora va y no encuentro la derrota.

El arte de la guerra

Ha picado
el mosquito 
en primavera.
Sabe de miedo
y se adelanta
con arte
de la guerra:
susurra -zumba
Sun Tzu-
a la oreja.

Big data

El hombre quiere vivir sin datos, y la tecnología erre que erre, inventándoselos.

jueves, 17 de julio de 2014

Defensa de la última hora

He estado pensando que la última hora no tiene nada de malo. Pero me advirtieron, ya desde pequeña, que no dejara nada para ese momento. Y se equivocaron, y me equivocaron. Porque sí hay cosas que puedes dejar casi al límite, y se hinchan y vuelan, y te llevan consigo.

Podrían haberme dicho: Ana, los deberes no los dejes para el domingo. Que el viernes y el sábado se hacen trámites, y luego te queda un regusto amargo para el resto de la vida cuando llega esa tarde y todavía no tienes la tarea hecha. Y sobre todo cuando eres más mayor, que no sé por qué, la tarea es inmensa y diversa -como Cataluña-, y ese domingo se hace lánguido y lunes.

Creo que ni aquellos que lo dicen lo piensan, o es que ese pellizco de adrenalina jamás les ha estusiasmado ni una sola entraña. Menos mal que el estudio, por muy aplicado que sea, siempre pilla a una a contrapié, y le coloca a todo hijo de vecino una noche en vela con taurina. Y es ahí, oh, noche, cuando comprendes que la última hora tiene la fuerza de cien mil bueyes, la astucia de un ratón y un gato juntos, la esperanza de.. ¡Qué se yo! Me sirve la esperanza del mal estudiante, porque lo que espera, creyente, es el milagro.

Vive la mala fama aquel a quien la vida le dio talento para el minuto de gloria. Dejad lo de la hormiga y la cigarra, que la cosa va de correr como si no hubiera un mañana en el momento en el que el resto ya lo da por perdido. "¿Ahora?", dicen. "Es imposible", sentencian. Y no hace falta que surja desde la tierra o el fondo del mar. Ahí, en la sala de reuniones, o en cualquier lugar donde una toalla vaya a ser tirada, surge esa persona. La de la última hora. Echa el resto en los tiempos que ya nadie pensó que fueran fértiles y...

No, olvidadlo. No hay final feliz. Ésta no es la historia de un pelotazo. Os he dicho que la última hora tiene mala fama. Y es que el resultado es muy mediocre, apenas para salvar el día, las vacaciones o ese negocio. Pero se salva, y al hacer cómputo, baja la media, porque podría ser mejor, dicen los del pupitre ordenado. Lo que todos ignoramos, unos de otros, es que en algo, con alguien, hemos dignificado esa última hora convirtiéndola en una gran historia.

sábado, 12 de julio de 2014

La vértebra rota

He descubierto a Ramón de Campoamor por una vértebra. Casi lo paso de largo si no llega a darse una fractura. Desde la cama del hospital me ha recitado sus primeros versos, de memoria, entonados. Y se ha cumplido lo que describe Campoamor: "Los versos se agarran a la memoria de las gentes como los recuerdos de las personas queridas, y sean aquellos tristes o alegres son siempre inolvidables, como los sonidos de las campanas de nuestra aldea".

Dice Jaime Dubon que este poeta fue un despertador de espíritus dormidos, un educador del entendimiento. Y lo consiguió con esto:
- Infatigable fecundidad de su numen.
- Ternura singularísima de su alma.
- Maravilloso talento de observador.
- Estudio de los hechos y las personas.
- Feliz conjunción de un fondo profundo y repleto de ideas.
- Forma risueña, dudosa y burlona.

Dubon deja entrever que la gran desgracia de Campoamor fue su falta de desgracia. Ser un burgués, vaya. Estar felizmente casado, vaya. No ser atormentado y ser poeta, vaya. "Yo no me expreso, me vacío", dijo. "El desertor de todos los ejércitos".

La próxima vez que escriba sobre Ramón de Camponamor quiero hablar del amor en su poesía. Sobre el que escribe y ofrece todas las miradas: la joven e impetuosa; la vieja y sabia; la religiosa; y la de la norma. Todas ellas entremezcladas con gracia, burla y llaneza.

Después de Campoamor, en ese día de hospital, también conocí un poema de José María Gabriel y Galán: El embargo, que mi madre recitó con veneración:


Señol jues, pasi usté más alanti
    y que entrin tos esos,
    no le dé a usté ansia
    no le dé a usté mieo...
Si venís antiayel a afligila
sos tumbo a la puerta. ¡Pero ya s'ha muerto!
¡Embargal, embargal los avíos,
    que aquí no hay dinero:
lo he gastao en comías pa ella
y en boticas que no le sirvieron;
    y eso que me quea,
porque no me dio tiempo a vendello,
    ya me está sobrando,
    ya me está gediendo!
Embargal esi sacho de pico,
y esas jocis clavás en el techo,
    y esa segureja
    y ese cacho e liendro...
¡Jerramientas, que no quedi una!
    ¿Ya pa qué las quiero?
Si tuviá que ganalo pa ella,
¡cualisquiá me quitaba a mí eso!
Pero ya no quio vel esi sacho,
ni esas jocis clavás en el techo,
    ni esa segureja
    ni ese cacho e liendro...
¡Pero a vel, señol jues: cuidaíto
    si alguno de ésos
es osao de tocali a esa cama
    ondi ella s'ha muerto:
la camita ondi yo la he querío
cuando dambos estábamos güenos;
la camita ondi yo la he cuidiau,
la camita ondi estuvo su cuerpo
    cuatro mesis vivo
    y una nochi muerto!
¡Señol jues: que nenguno sea osao
de tocali a esa cama ni un pelo,
    porque aquí lo jinco
    delanti usté mesmo!
    Lleváisoslo todu,
    todu, menus eso,
    que esas mantas tienin
    suol de su cuerpo...
¡y me güelin, me güelin a ella
    ca ves que las güelo!...


Se repite y no se repite: la poesía

La poesía se repite y no se repite. Le influyen las palabras, las escuelas, los avances y los retrocesos; el amor y su temperatura, la frecuencia del desamor y sus razones que, a lo largo de la historia, la razón no entiende. Y puede que cada vez el poeta haya leído más y más poesía, el río bebe de tantos libros que no hay dos poemas iguales. De eso se encarga la fuerza de la corriente y la siempre digna -y tierna- contracorriente. Quien llega hasta nuestros días ha realizado un paseo más largo. Atraviesa años y autores, y toda clase de armas y guerras. Se han formado mil veces los grupos, y luego se han desmembrado mientras se traicionaban. Aquel que iba solo ha seguido solo. Los silencios han sido los mismos, también el desasosiego. Pero nadie ha vuelto a decir eso como aquel. O lo ha repetido o lo ha creado.

lunes, 7 de julio de 2014

Azul crujiente

Leí con veinte años a García Lorca. No entendí nada y arrinconé su poemario, que ha saltado de caja en caja hasta quedar en la estantería, listo para el momento preciso. Fue un error empezar con Romancero gitano. Ahora, ya avisada, voy poco a poco, con Poeta en Nueva York. Por ahora, de las cosas que voy leyendo, anoto estas frases que son como paisajes:
  1. "Sudores sin fruto".
  2. "Norma de amor".
  3. "Mariposa ahogada en el tintero".
  4. "Moneda de enjambres furiosos". (No me digáis que no es eso cualquier bolsillo o una ciudad en concreto).
  5. "Universidades sin tejados".
  6. "Azul crujiente". (No sé ni qué decir).
  7. "Madejas de los caracoles".
  8. "No ha cruzado nunca un sueño".
  9. "Los muertos son más fuertes y saben devorar pedazos de cielo". 

Intelijencia

Reconozco que llevo poco tiempo detrás de él. Captó mi curiosidad cuando me enteré de que los de su generación le llamaban Miss Poesía. Unos capullos, pensé. En cambio Juan Ramón Jiménez, con sus horarios de trabajo diario tan exactos pero holgados; sus minutos dedicados al envío de paquetes a su madre y hermana; o sus noches de estudio de otros idiomas, me pareció una persona interesante. Y de repente, tan pulcro, sale con eso de la jota. Todos necesitamos romper cosas, para decir que no soy esa, ni aquella, que soy yo. Pues él es su intelijencia.

Las razones por las que voy a seguir adelante son suyas:

"¡Qué ternura tiene el pobre
sol para las hojas secas!"

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"Pero habrá estrellas y flores
y suspiros y fragancias
y amor en las avenidas
a la sombra de las ramas".

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"¿Tienes una ilusión que cantar al olvido?
¿una nostaljia eterna que mandar al ocaso?
¿un corazón sin nadie, tembloroso, vestido
de hojas secas, de oro, de jazmín y de raso?"

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"No sé con qué decirlo,
porque aún no está hecha 
mi palabra".

Y, de repente, en medio del vagón, me encuentro con esto. Lo leo, y lo dejo para luego. Lo vuelvo a leer:

POEMA
"¡No le toques ya más,
que así es la rosa!"


Y acabo, bueno, acaba él:

"Quiero quedarme aquí, no quiero irme
a ningún otro sitio".

martes, 10 de junio de 2014

jueves, 29 de mayo de 2014

Vuelos

Levantan los niños las faldas como el
perro asusta a las palomas. 

martes, 29 de abril de 2014

Trucos nocturnos

Al sueño hay que escribirle para que se deslice por debajo de la puerta. Como el "misu" al gato o el silbido al perro. Y a veces viene y la mayoría, no.

viernes, 11 de abril de 2014

Casi rafting

Las lágrimas, que cuelgan, disimulan, pegadas a la mejillas, como expertas en escalada y descenso a los infiernos.

jueves, 10 de abril de 2014

La guarida

No se pinta distinta la casa que la cueva. Si nos fuéramos de los sitios apuntando a la guarida, de vez en cuando, alguien se ofendería. Y habría que explicar que no eres tú sino que soy yo. La descortesía es la misma para aquel que no acude a la cita como para quien la abandona antes de hora. Y no debería ser así. Los periodos de hibernación son tan legítimos como esas horas a las que llaman las tantas de la madrugada.

miércoles, 9 de abril de 2014

martes, 8 de abril de 2014

Razones para leer

Lo breve, que siempe me ha llamado, ahora deja un regusto de comodidad que me incomoda. Porque en todo, al final, y en medio, nos escondemos y abrigamos. Y de repente, como si te hubieras metido en una cama que no es la tuya: te extrañas, te levantas y te vas.

Para ser breve, diría que poesía. Pero para el resto del día, más vale leer en grandes cantidades porque conviene estirar el ánimo y la voluntad hasta el último punto, que es cuando termina el discurso y cuando escuchas a alguien. Es mucho pedir, lo sé, el artículo o el libro entero, comprehender el círculo completo, pero pienso, y así me adoctrino, que es bueno, verdadero y bello.

Unos meses de dispersión son el antídoto para pensar rápido y hablar pronto. Y atender a las ideas e historias. Porque sólo hace falta no saber de qué va el cuento para luego querer, a toda prisa, enterarse.

lunes, 7 de abril de 2014

Trámites de cada mes

Se acabó marzo y nadie dijo nada. Ni siquiera el más triste, que esperaba alguna que otra sonrisa que no llovió. Los paganos recibimos el mes con pandereta y lo despedimos debajo de la cama, como una pelusa. Y dentro de los días tontos, aturdimiento y olvido. Iba a ser el mes y no ha sido. Suerte que a nadie le importe.

¿A qué te dedicas?

Dices escritor y te pones de puntillas y lo pronuncias con pudor. Sin saber que podrías contestar con la misma tranquilidad y compasión que despierta esa respuesta tan exótica.


Si te dice que poeta, no le abrumes. Que lleva tiempo contestar tan fuerte y de una sola palabra.


Ay, si no sabe. Que quiere una cosa y ejerce otra. Ten cariño y cuidado, que lo está descubriendo, y podría ser, Dios mediante, cualquiera de las dos respuestas anteriores.