No puedo evitar pensar a lo grande, lamentar la lejanía. Quejarme en considerables dimensiones. Etiquetas como Japón, Libia o la corrupción. Y mientras tanto tengo el corazón en lo pequeño, en las letras, atribulado en aquello que leo. Pero me suelo ir de viaje más de lo que quisiera. Parto sola y sufro muchísimo en las batallas que libro. Vuelvo sin sangre pero con heridas. Las desinfecto con ron y sonrío. He aprendido que molesta la tristeza.
3 comentarios:
¿El ron -dulce- para compensar lo amargo de esa sonrisa?
El ron no necesita razones ;)
Cada vez escribes mejor...
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