Hoy en el despacho alguien ha dicho: "El día que yo invente una palabra...". Me he quedado pensando. Lo he repetido por dentro y he puesto una entonación solemne: "El día que yo invente una palabra...". Más tarde me ha dado igual eso de aportar nuevos términos. Pero me ha quedado la íntriga del día. "El día que...". ¡Cuántas cosas caben en ese día!
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