Hay fracasos que vuelven de madrugada y se deslizan sobre derrotas. Da igual la velocidad o la fuerza con la que impacten, el golpe llega, ahora ya, amortiguado. Y estamos todos juntos, sí, también revueltos. Miro hacia el cielo, pero las casas ya no son lo que eran, ahora las sostienen ladrillos y, desde aquí, boca arriba, sólo alcanzo a ver el techo.
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